ISLA DE LOBOS

Desde casi cualquier punto del municipio de la Oliva se divisa, a unos 2 kilómetros de Fuerteventura, el islote de Lobos.

Vagar por los casi 4,5 kilómetros cuadrados de este paraíso desborda la imaginación.

Fantasear con seguir la misma senda de polvo que dejaron atrás los romanos, o contemplar los mismos paisajes que vieron los normandos, hace más de seis siglos, es toda una experiencia.

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¿Cómo llegar a la isla de Lobos?

Navegar es la única manera para acceder a Lobos. Puedes subirte a uno de los barcos que cubre la línea Corralejo-Lobos, o bien, contratar un viaje privado en catamarán. Bueno, para los que gusten de la velocidad y de las emociones fuertes está a su disposición el servicio de taxi acuático.

Eso sí, sea como sea, antes de pisar el islote tendrás que sacar un permiso. Y es que, para preservar el islote de Lobos, se decidió, en 2019, restringir las visitas al parque natural a 200 personas simultáneamente, y una estancia máxima de 4 horas al día.

Si quieres conocer la isla en toda su esencia, lo suyo es venir en varias ocasiones.

¿Qué puedes ver en el Islote de Lobos?

En la isla de Lobos tendrás la oportunidad de refrescarte en sus transparentes aguas e impregnarte de su historia.

Aunque haya quien piense que, este solitario islote tan yermo y vacío no pueda ofrecernos mucho, lo cierto es que rebosa historia y patrimonio natural por los cuatro costados.

Caminar a través de los senderos habilitados es una buena opción para descubrir impresionantes playas y rincones con encanto. Te proponemos una ruta circular por el islote de Lobos.

Saliendo del muelle hacia la izquierda, encontrarás la Playa de la Calera, denominada también de la Concha, la playa más conocida del islote. Es una cala bastante amplia, de arena fina, y de aguas tranquilas. Ideal para hacer snorkel. Esta playa se encuentra al resguardo del viento y el oleaje tan característicos de Fuerteventura. Es uno de los mejores enclaves para practicar nudismo.

A espaldas de la playa de la Calera se sitúa uno de los yacimientos arqueológicos más significativos de Canarias. Aquí los romanos, hace más de 2000 años, establecieron un taller para extraer el tinte púrpura.

El púrpura es uno de los colores más difíciles de conseguir. Fue muy cotizado desde la antigüedad. Los romanos lo extraían de la cañailla, un molusco abundante en los mares de Fuerteventura. También se utilizó la orchilla, un liquen tintorero que podremos ver tapizando muchos muros majoreros.

En el entorno del yacimiento arqueológico, y siguiendo el sendero en dirección norte, hacia Lanzarote, se encuentran unas antiguas salinas, explotadas en el pasado siglo. En sus inmediaciones verás restos de hornos de cal, que contribuyeron a que se pudiera levantar el faro de Martiño.

Nuestros pasos en estos primeros kilómetros siempre estarán bajo la atenta mirada de la Caldera, el mayor cono volcánico de la isla. Tiene forma de herradura y se yergue hasta los 127 metros sobre el nivel del mar. Si tienes oportunidad aprovecha y súbelo hasta lo más alto. Desde allí se tienen unas estupendas vistas de buena parte de la isla.

El camino hacia el siguiente hito: el faro de Martiño,es de un contraste visual excepcional. Aquí se entremezclan arenales, rocas volcánicas, y una vegetación que no supera el metro de altura. Siempre estarás animado por tarabillas y alcaudones.

El faro de Martiño es el punto más septentrional de Lobos. Su arquitectura simple y funcional nos puede hacer que pasemos de largo. Pero, aguarda un instante. Déjame que te cuente que en este faro se forjaron dos grandes escritores de la literatura castellana: Josefina Plá y José Rial.

Josefina Plá nació en el faro de Martiño, en los albores del siglo XX. Considerada como una de las mujeres más influyentes de la literatura Latinoamericana, fue poetisa, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte, pintora y periodista.

Por su parte,José Rial tras trabajar varios años como farero de Lobos, descubrió que la literatura era su pasión. Novelista y dramaturgo, fue uno de los directores del periódico La Provincia.

El regreso, por el litoral Este, es perfecto para descubrir la rica biodiversidad del islote, que tiene su máximo exponente en los saladares. La Isla de Lobos cuenta con dos saladares. Uno a los pies del faro de Martiño y el otro, más extenso, Las Lagunillas.

Estos pequeños humedales de aguas salobres, son ideales para despertar el interés en los más pequeños por la naturaleza y las excursiones. Aquí se concentra un variado ecosistema que alberga más de 130 especies vegetales. Algunas de estas plantas, como la Siempreviva de Lobos, son endémicas del islote. Además, si tienes suerte, puedes ver al Guincho alimentándose en el saladar. Guincho es como se denomina, en Canarias, al águila pescadora.

Antes de regresar a Corralejo no puedes dejar de visitar el Puertito de Lobos, el único núcleo habitado de la isla. Su encanto no radica tanto en sus casetas y chamizos de pescadores, como en su coqueto embarcadero, su playa y un pequeño chiringuito donde tomar un merecido tentempié.

Preguntas frecuentes sobre el islote de Lobos:

¿Por qué se llama Lobos a este islote?

El nombre de Islote de Lobos se debe a que en el pasado lo habitaban focas monje, conocidas también como lobos marinos. Fueron esquilmadas hace siglos. Los únicos ejemplares que quedan en la isla son las réplicas que dan la bienvenida a los visitantes del Centro de Interpretación del Parque, en el muelle del Puertito.

¿Cómo conseguir el permiso para ver el Islote de Lobos?

La autorización para poder visitar el Islote de Lobos la puedes adquirir telemáticamente en www.lobospass.com

¿Puede uno alojarse en la Isla de Lobos?

Aunque el alojamiento vacacional no está permitido en este paraje, Lobos es un paraíso cercano a Corralejo, y una visita que no te puedes perder.

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