Si tuviéramos que hacer un esbozo del paisaje de Fuerteventura, seguro que no faltarían ni cabras, ni aulagas. Y no es de extrañar, pues estos dos elementos han estado muy presentes en la vida de los majoreros desde tiempos inmemoriales. Hoy le dedicamos estas letras a la aulaga, una de las plantas más abundantes de la isla, por no decir la que más, y que ha colonizado toda Fuerteventura.
La aulaga canaria (Launaea arborescens) es una planta arbustiva, de hasta 1 metro de altura. Se caracteriza por su entramado de espinas, sus minúsculas hojas y sus pequeñas flores amarillas que crecen, mayoritariamente, solitarias.
No hay que confundir las aulagas canarias con las de la península, pues son muy diferentes. Con respecto a estas últimas, se ha llamado aulaga a un variado tipo de arbusto espinoso de flores amarillas. En la península hay tanto aulagas pertenecientes al género de las genistas como de las ulex.
Tras la conquista europea, las personas que poblaron las islas, denominaron aulagas a nuestros singulares matos espinosos, quizás, porque se les recordaba a las plantas peninsulares.
Usos de las aulagas.
Seguro que recuerdas el dicho: “del cerdo se aprovecha hasta los andares”, pues de la aulaga podríamos decir lo mismo. Ha sido la planta multiusos por excelencia de Fuerteventura. Su aprovechamiento va desde los más elementales como material de combustión, hasta fines medicinales.
Las aulagas en el arte
Alguna musa tiene que habitar en el interior de esta planta, para que haya inspirado tanto a artistas plásticos como a literatos.
Por ejemplo, la artista Eli Griffiths, elabora hipnotizadores paisajes de aulagas pintadas a mano e insertadas en botellas, bombillas u otros elementos. No son solo simples objetos decorativos. Al observar estos minimundos nos hace plantearnos múltiples dudas que transcienden más allá del objeto. Podríamos estar observándolos horas y siempre encontraríamos algo nuevo en ellos.
En cuanto a la literatura, nadie mejor que el dramaturgo Miguel de Unamuno para hablarnos de las aulagas, que según él eran: “esqueleto de planta espinosa”
“la aulaga es expresión entrañada y entrañable, la aulaga dice frente al cielo y a ras de tierra, ceñidas de mar, la red de vida, la sed de inmortalidad de las entrañas volcánicas de la tierra.”
Aulaga como material de combustión.
Debido a la escasez de material boscoso en Fuerteventura, las aulagas se han utilizado principalmente en los fogones. Por su alto poder calorífico han sido muy demandadas por panaderos y alfareros.
Asimismo, fue la materia prima para alimentar los hornos de cal. De hecho, se sabe que por cada diez fanegas de cal, era necesaria la quema de una carga camellera de aulagas.
Tanto en la obtención de la piedra de barrilla, como en la de cal, era necesaria la combustión de maderas. Fue tanta la presión que se ejerció sobre la cubierta vegetal de la isla, que se prohibió, a mediados del siglo XIX, la tala de aulagas para su utilización en los hornos.
La persona que era sorprendida con una carga de aulagas cortada sin licencia, era multada con “treinta reales de vellón y costos (…) decomisándole toda la leña rosada”.
Aulaga para preservar alimentos
Con las aulagas se hacía el “pasil”, muy útil para secar higos. El “pasil” se elabora, en Fuerteventura, con aulagas. Se extienden estas matas sobre el suelo, se prensan ligeramente intentando que queden uniformemente colocadas. Sobre las aulagas se ponen los higos a secar.
Gracias a la fisionomía de la aulaga, ésta permite la aireación del higo pasado, evitando la pudrición en el proceso de secado. La aulaga debe estar seca, pues la verde desprende un látex amargo que puede afectar al sabor de la fruta pasada.
Aulagas para secar mejillones y jarear pescado.
Esta es una de las técnicas más antiguas para conservar los productos de la mar. Una vez limpios, se colocan juntos en hileras sobre una piedra plana, los mejillones con las barbas hacia abajo. Encima se ponen las aulagas. Al igual que ocurre con los higos, la propia naturaleza de la aulaga permite la aireación del pescado evitando, no solo, la pudrición en el proceso de secado, sino que gaviotas y moscas hagan de las suyas.
Aulaga como filtro.
Las aguas que mayoritariamente se han aprovechado, en Fuerteventura, han sido las de lluvia. Cuando llueve lo hace de manera torrencial, arrastrando materiales capaces de tupir las conducciones.
Con las aulagas se hacían unos filtros muy eficaces. Se prensaba y compactaban estas plantas, dando con los pies, la forma adecuada con el fin de adaptarla al hueco de entrada de los tomaderos, portillos y aljibes, evitando que entraran piedras y ramas.
La aulaga en el mundo ganadero de Fuerteventura.
Dado a su intrincado enramado de espinas, las aulagas se utilizaban para cercar las fincas haciendo que estas fueran impenetrables para el ganado.
Con esa misma finalidad, la de servir de alambrada natural, las aulagas, son utilizadas en las gambuesas, durante las apañadas. Se coloca por todo el pretil de la gambuesa unos buenos matojos de aulagas y espinos. Así se evita que las cabras grandes salten por encima de las gambuesas. Esta técnica también se utiliza en las gateras, impidiendo que los baifos salgan de ellas, o que los cuervos entren dentro.
Las aulagas tienen propiedades galactógenas (favorecen la producción de leche), por lo que forman parte de la dieta de las cabras, pero no en gran cantidad, pues el amargor de la planta se transmite a la leche de la cabra.
Incluso los nombres que le dieron los aborígenes a la planta: oum el beina, um el beina y mulbeina, hacen referencia a ello. Se pueden traducir como “La madre de la leche mala”.
Aulaga en la medicina popular majorera.
El ingenio por el uso de esta planta no tenía fin. Se aprovechaba incluso con fines curativos. Poco eficaces, por cierto.
Con las raíces de las aulagas se elaboraba una cataplasma que se ponía sobre el estómago. El acervo popular dice que con este método se aliviaban los dolores de barriga. Con las raíces se hacía una infusión para bajar los niveles de azúcar en sangre.
La infusión de flores de aulaga, se creía útil para curar la ictericia, las epilepsias y las opilaciones. Para secar forúnculos se empleaba la leche de aulaga.
Pero ahí no acaban los usos de la aulaga. Las flores secas, se utilizaba antaño para teñir la lana.