La invasión del territorio ucraniano y los ataques indiscriminados por parte de Rusia despiertan, en la memoria colectiva, fantasmas de otros tiempos que todos creíamos enterrados.
Canarias y en especial Fuerteventura no sufrieron, por fortuna, el asedio de ninguno de los bandos enfrentados durante la II Guerra Mundial. Eso no significa que nuestro archipiélago no anduviera implicado de alguna manera en la contienda bélica, ni que estuviera exento de combates. De hecho, más de un submarino y varios aviones de combate fueron abatidos en Canarias. Es más, Fuerteventura formó parte de la defensa alemana durante la II Guerra Mundial.
Pero, antes de entrar en detalles, déjame que te ponga en antecedentes comentándote que, cuando se inició la II Guerra Mundial España acababa de salir de una Guerra Civil. El dictador Francisco Franco tomó las riendas del país y se posicionó del lado de los alemanes.
El plan de Inglaterra para invadir Canarias
Inglaterra, con la posesión de el Peñón de Gibraltar, jugó un papel fundamental en la vigilancia del estrecho y en el bloqueo de las tropas alemanas. Ahora bien, las aspiraciones de Churchill iban mucho más allá. El mandatario inglés pretendía frenar el avance de las tropas alemanas en África usando como base los dos archipiélagos cercanos a la costa africana: Azores y Canarias.
En 1940 Inglaterra urdió un plan con el objetivo principal de hacerse con el control del Puerto de la Luz y el aeródromo de Gando, en Gran Canaria, tras lo cual habría que conseguir la rendición de Tenerife, sede de la Capitanía General del archipiélago. Acto seguido las fuerzas de asalto inglesas tomarían el resto de las islas, especialmente Fuerteventura y Lanzarote. Este plan se llamaba Pilgrim, y estuvo durante casi dos años pendiente de la orden de ejecución.
Fuerteventura se fortificó ante la posible invasión inglesa
Mientras que el Alto Mando británico seguía planificando la invasión de Canarias, las autoridades españolas se devanaban los sesos para ver de qué forma frenar dicho plan. España, por aquella época, apenas contaba con medios económicos y militares para hacer frente a una posible invasión inglesa.
Como medida disuasoria, en un primer momento, se montaron viejas baterías militares, construidas a finales del siglo XIX, en Lanzarote y en Fuerteventura. La de Fuerteventura consistía en la instalación en Corralejo de un par de cañones Ordóñez de 150 mm, que para lo único que servían era para hacer ruido. Eran cañones de salvas.
España pidió ayuda a Alemania aprovechando que los germanos empezaban a plantearse la creación de un gran imperio colonial en África central, para cuya defensa serían de gran utilidad las Islas Canarias.
En 1941 el capitán de fragata Krauss, recibió el encargo de realizar un informe detallado, sobre la situación militar de las islas Canarias y las medidas a tomar en consideración para su defensa. Entre las medidas que Krauss propuso estaban las respuestas a las posibles amenazas que se cernían sobre las islas.
En el caso de que las fuerzas enemigas bombardeasen los principales puertos y aeródromos para inutilizarlos, se tendría que rechazar su ataque mediante el empleo de la artillería de costa y las fuerzas navales.
La artillería de costa contaría con una línea formada por bunkers armados de ametralladoras y cañones antitanque en los extremos de las calas, batiéndolas por los flancos con tiro de enfilada, que frustraría cualquier intento de ocupar los principales puertos o desembarcos de las playas.
Más de medio centenar de nidos de ametralladoras se comenzaron a construir en la costa oriental de Fuerteventura, ninguna llegó a terminarse.
Todavía quedan en pie muchos de los búnkers. Son fácilmente identificables, pues son de escasas dimensiones y algunos tienen forma de setas. Se hicieron de cemento y piedras del lugar. Se caracterizan por sus estrechos y alargados ventanucos, que se utilizarían para emplazar la artillería de costa.
Sin embargo, ni uno solo de estos nidos de ametralladoras entró en servicio, y ni siquiera llegó a albergar armamento militar alguno.
El motivo esencial para que no se terminara la defensa de Fuerteventura y el origen del abandono de los alemanes del artillado de la costa majorera, no tuvo nada que ver con el devenir histórico de la contienda bélica. El motivo fue mucho más banal.
Resulta que, a pesar de los esfuerzos para fortificar Fuerteventura, construyendo búnkers y más de 200 kilómetros de pistas, que circundan gran parte de nuestro litoral, la isla no contaba con camiones, ni gasolina, y mucho menos con mecánicos o talleres que pudieran atender los servicios de Artillería o reparar automóviles.
Los bunkers no contaban con alumbrado propio, ni supletorio, esencial para encender los grandes proyectores que iluminarían el cielo o el mar en busca de fuerzas enemigas.
En esa época los alemanes también habían ayudado a construir varias líneas de transmisiones, pero tampoco se pudieron concluir porque no había material para abastecerlas.
En fin, la falta de materiales y personal cualificado de los que adolece Fuerteventura por lo menos esta vez fueron beneficiosos.
Ah, se nos olvidaba comentar que uno de los búnker de Fuerteventura, concretamente el que hay en Corralejo se ha convertido, desde hace poco, en uno de los lugares más fotografiados de la localidad. El baluarte defensivo se pintó de blanco y se instaló, en su cima, un asiento desde el que se tienen unas magníficas vistas del islote de Lobos.