Si hay algo que embelesa al visitante cuando llega a Fuerteventura es su caprichoso litoral. En la costa oeste, se suceden los escarpes que caen a plomo sobre un mar salpicado de pequeños roques, por el lado opuesto, inmensos arenales y espectaculares dunas son sus protagonistas.
No sabemos si los mahos, antiguos pobladores de Fuerteventura, eran conscientes de la belleza de la costa majorera o simplemente la veían como un espacio donde conseguir su sustento. Pero, lo que sí conocemos, por los datos históricos, es que los aborígenes invertían gran parte de su jornada en la pesca con caña.
Hoy en día todavía es posible observar, en la isla, pescadores que faenan en sus orillas valiéndose de un estilo de pesca único y ancestral: La pesca con caña fija y puntera de cuerno de cabra.
Este milenario sistema de pesca ha sido transmitido de generación en generación, desde tiempos inmemoriales. Por suerte, quedan unos pocos artesanos de la mar que se resisten a que esta antigua técnica caiga en el olvido.
Los mahos, grandes pescadores.
Los mahos procedían de la vecina costa africana y conocían tanto las artes de pesca como el uso de metales. La inexistencia en las Islas de lugares con altas concentraciones de metales impidió el desarrollo de labores metalúrgicas, por lo menos, valiéndose de las tecnologías de hace 2000 años. Así que los aborígenes se adaptaron al medio.
Para pescar utilizaron varias artes, una de ellas era el embarbascado, consistente en aturdir a los peces con el látex de tabaibas y cardones. La otra técnica era la pesca con caña, lo hacían de manera similar a cómo se viene desarrollando desde hace 30.000 años.
La pesca con cuerno de cabra.
Caña, sedal y anzuelo, son los tres elementos principales de esta manera de capturar peces.
Anzuelos:
Al carecer de metales, los aborígenes, elaboraban los anzuelos con conchas marinas, huesos y cuernos de cabras.
En el siglo XVII, Sedeño, escribió en relación a la pesca con caña de los aborígenes canarios:
pescan con ançuelos de cuernos de carnero labrados con fuego y agua caliente (…) i eran fuertísimos aún mejores que los de acero.
Sedales:
Los mahos manufacturaban diversos tipos de sedales. Unos muy finos, para empatar el anzuelo a la línea, y otros más gruesos y resistentes que servían de sedal.
La caña:
El éxito de la pesca con caña depende, en gran medida, de la caña en sí misma, de la fortaleza, la flexibilidad y la sensibilidad de la puntera.
La caña utilizada en estos casos, es una larga vara, de unos 5 metros, en cuya punta se engarza el sedal.
La ausencia de caña común o de cualquier variedad vegetal tan flexible como esta, supuso un desafío para los aborígenes. Tuvieron que buscar un sustituto. Para la fabricación de las cañas de pescar aprovecharon ramas de sabinas encorvadas en la punta.
La madera empleada para elaborar las cañas era lo suficientemente flexible como para amortiguar el tirón, y las sacudidas que da el pez al intentar librarse. Sin embargo, la delgada punta tenía que salvaguardarse, ya que ese es el punto donde recae mayor presión, y por tanto, donde hay más probabilidad de que se rompa y se escape la presa. Para dar más fortaleza a la punta, evitando así que esta se quiebre en los momentos de mayor tensión, se le añadía un puntero (o puntera) elaborado con cuerno de caprino.
Este accesorio es muy efectivo para capturar a la vieja, un pez muy valorado en las costas majoreras.
Pescando viejas con puntero de cuerno de cabra
La vieja es un pez muy sigiloso a la hora de comer, y cuando muerde el anzuelo, sus sacudidas son tan bruscas que son capaces de tirar al agua al pescador, si no está pendiente. Por ello la puntera de la caña debe ser resistente para aguantar el fuerte tirón y sensible para que las vibraciones de la picada se transmitan a la caña. No obstante, es usual colocar un hilo, de color llamativo, en la punta del cuerno para facilitar la visión del leve movimiento del pez cuando está comiendo.
La forma del puntero de cuerno de cabra depende fundamentalmente de la pericia del artesano, y de la configuración inicial del cuerno.
Como materia prima lo ideal es adquirir el pitón del macho cabrío, más largo y resistente que el de las hembras.
Cuando la cornamenta esté bien seca, se divide manual y longitudinalmente, en tantas partes como sea posible. Un buen ejemplar de cuerno de cáprido puede dar para 3 o 4 punteros.
Después se pulen los punteros con sumo cuidado. Para ello se suelen utilizar limas específicas, navajas muy afiladas, e incluso, trozos de cristal. La forma se puede modificar, hasta cierto punto, mediante el empleo de agua muy caliente.
Una vez terminado se fija firmemente a la caña, aplicando además una capa de pegamento sobre el encordado.
En el otro extremo de la puntera se ata un grueso sedal o línea, de la misma longitud que la caña, en cuyo fin irá el anzuelo con su carnada, un pequeño cangrejo cocido. Cuando pique la vieja hay que izarla a pulso, pues, recordemos que, este sistema de pesca es sin carrete.
Los punteros deben guardarse en lugar seco, y de vez en cuando aplicarles una capa fina de grasa, para que no absorban humedad, se agrieten, escamen o se vuelvan demasiado rígidos.
Si eres aficionado a la pesca comentarte que, no es posible comprar este “artilugio” en ninguna tienda, pues su elaboración es artesanal.