Desde que hace unos años se puso de moda publicar, en las redes sociales, imágenes en las que sus protagonistas están rodeados del color violeta de las lavandas, o posan ante los rojos intensos de los campos de amapolas, los instagramers no han dejado de buscar entornos similares con los que impresionar a sus seguidores.
Si eres de esos a los que les gusta hacerse selfies delante de coloridas flores, en Fuerteventura, también tienes ocasión de ampliar la paleta de colores, y fotografiarte junto al rabioso amarillo del aloe vera.
Fuerteventura cuenta con varios campos de aloe vera, sobre todo, en el centro y sur de la isla. Son fincas privadas. Así que, tienes que ser respetuoso, preguntar y pedir permiso antes de sacar la cámara. Y, aunque, pueda extrañar a más de uno, la misión de los campos de aloe no es, por ahora, el que consigas miles de likes, sino que son cultivos del que viven muchas familias en la isla.
Hoy nos acercamos a la historia y las propiedades de esta planta.
El aloe vera, historia y propiedades.
No cabe duda que con el auge, hace unas décadas, de los tratamientos naturales, la planta de aloe vera ha tomado gran popularidad. Sin embargo, sus propiedades medicinales ya se conocían desde la antigüedad.
El aloe era usado en el antiguo Egipto, hace más de 5000 años. La denominaban “planta de la inmortalidad” y “planta milagro”. Los egipcios utilizaban, el aloe, como poderoso purgante, para curar heridas y como cosmético. Se aseveraba que, el extraordinario brillo en los ojos de la reina Cleopatra se debía a un colirio elaborado con aloe.
En las paredes de los templos se han encontrado representaciones de aloe vera. Era símbolo de fertilidad y se regalaba a los novios antes de la boda, también simbolizaba la buena suerte en los nuevos negocios. Los egipcios colgaban hojas de aloe en sus casas como signo de protección.
Gracias al efecto fungicida y bactericida del aloe, los sacerdotes egipcios podían preparar productos de embalsamamiento, que empleaban en los rituales de enterramiento de los faraones.
Las propiedades del aloe vera eran conocidas también en la lejana China, 2700 años antes de nuestra era. Sumerios, babilonios e hindúes usaban el aloe vera en diferentes aplicaciones terapéuticas.
Alejandro Magno y sus guerreros curaban sus heridas con aloe vera, y los carros de combate del rey de Macedonia disponían de suministros frescos de esta planta durante sus campañas.
Desde el Oriente próximo fue introducido en los países mediterráneos, Grecia y Roma fundamentalmente. Pero, fueron los musulmanes, allá por el siglo VIII, quienes extendieron el cultivo de aloe vera por el norte de África y el Al-Andalus. De hecho, el nombre por el que se conocía esta planta hasta hace poco: “sábila”o “zábila”, es un vocablo árabe (Sabīla) que significa camino. Bueno, la palabra aloe probablemente también tenga su origen en el vocablo árabe, alloeh (amargo).
Aloe vera en Canarias
Del aloe se extrae el acíbar, una sustancia amarillenta, resinosa muy amarga, que es laxante, purgante, dermática y oxitócica. El aloe se utiliza por vía tópica (pomada, cataplasma o ungüento) para el tratamiento de heridas y quemaduras, debido a sus propiedades cicatrizantes, desinfectantes y antiinflamatorias. Este hecho era conocido por los primeros pobladores de canarias, y buscaban plantas similares para fabricar su acíbar. Espinoza en el siglo XVI y Núñez de la Peña, en el siglo XVII, hacen referencia a la utilización de acíbar y de “ligno aloe” por parte de las culturas prehispánicas en canarias. Ahora bien, no se tiene claro si eran plantas de aloe vera u otra planta crasa similar y que creciera silvestre en las islas.
Desde el siglo XVIII ya hay noticias de la existencia de plantas de aloe vera en Fuerteventura. El marino británico George Glass habla de “aloes en matas” que crecen espontáneamente y sin cultivo.
Las primeras referencias claras de la presencia de aloe vera en Canarias datan del siglo XIX, las hace el polifacético José de Viera y Clavijo:
“Planta permanente, especie de áloe o acíbar, propia de estas regiones africanas, que se cría naturalmente en algunos terrenos incultos de nuestras islas, …”
También los naturalistas Philip B. Webb, Sabino Berthelot, y la viajera Olivia Stone, en la misma centuria, constatan la presencia de aloe vera en nuestro archipiélago.
La mayoría de los autores consideran que el aloe vera fue introducido en las islas Canarias, por su valor medicinal, y que llegó procedente de África y el mediterráneo. Otros autores consideran que es una planta originaria de todo el archipiélago macaronésico.
El aloe vera es capaz de vivir en climas templados con escasa disponibilidad de agua, como es el de Fuerteventura. Esta planta perenne cuenta con hojas de color verde-grisáceo, aserradas en los bordes. Miden entre 35-60 cm de longitud, y 6-10 cm de anchura en la base.
La planta de aloe vera llega a su madurez al cumplir los tres años. Su floración nos indica que la planta ya ha adquirido todas sus propiedades y que es ideal para ser utilizada. Las flores, rojizas o amarillentas, nacen alrededor de un tallo, una inflorescencia, que emerge del centro de la planta y que puede llegar a los 70 cm de altura.
De esta planta se aprovecha la pulpa de sus hojas. Al cortar una hoja de aloe se observa que segrega una especie de gel de color verde amarillento llamado aloína, que tiene un gusto amargo. De esta secreción amarillenta es de donde la planta toma su nombre.
Las hojas de aloe vera se suelen recolectar en las primeras horas de la mañana, porque es en ese momento cuando la acumulación de ácido málico en las células de sus hojas es mayor.
Pero, si realmente quieres conocer, en profundidad, los cuidados que requiere la planta, como se extrae la materia prima y como se elaboran los productos derivados de aloe, entonces, no dejes de pasar la oportunidad y visita alguna de las plantaciones de aloe vera que hay en la isla.