Si al conocimiento de un enclave específico le añadimos, el origen de su toponimia, entonces, seremos capaces de comprender mejor sus particularidades.
Los que siguen nuestro blog sabrán que, en FuerteventurActiva, siempre que tenemos oportunidad, hacemos alguna reseña en relación a la toponimia majorera.
Hoy queremos adentrarnos en el origen del nombre Fuerteventura.
Aunque, a priori, pueda parecer que el nombre de nuestra querida isla se deba a la generosidad de los vientos que la azotan, su origen y significado es bien distinto.
Antes de contarte de dónde viene el nombre de Fuerteventura hagamos un pequeño tour por las otras denominaciones que tuvo la isla.
¿Desde cuándo se conocen las islas Canarias?
El archipiélago Canario, y especialmente Lanzarote y Fuerteventura, ya eran visitadas siglos antes de nuestra era. Los navegantes tartesios fueron los primeros en descubrir las islas y a través de ellos llegaron a conocerlas los fenicios y griegos.
Los fenicios, excelentes marinos, recorrían la costa africana hasta llegar a Canarias, para capturar grandes túnidos. Posiblemente también lo hacían para extraer púrpura y orchilla.
Los fenicios denominaron a nuestras islas “Alizuth” , que podríamos traducir como alegres, antecedente de “Afortunadas”. Sin embargo, puede que, el nombre de Alizuth fuera extensivo para referirse, también, a otras islas de la Macaronesia, formadas por las islas Canarias, Madeira, Azores, Salvajes y Cabo Verde.
Primeras referencias claras de Lanzarote y Fuerteventura
Tenemos que ser conscientes de que hasta hace apenas tres siglos, las referencias geográficas así como las descripciones dadas por los geógrafos eran muy vagas, poco exactas, y ambiguas.
La primera anotación clara de Lanzarote y Fuerteventura la dio Plutarco en el siglo I antes de nuestra era.
“Estas islas son dos, separadas por un estrecho brazo de mar y distantes de las costas de África cosa de mil estadios (174 km), llamasen Afortunadas y experimentan lluvias muy suaves y periódicas. (…)
La romanización de Mauritania allá por el siglo I d.C. llevó aparejada la expansión del imperio romano hacia las costas Canarias. Los romanos implantaron varias industrias y pesquerías en diversas islas del archipiélago. En el islote de Lobos instalaron un taller para la fabricación de la púrpura getúlica, un tinte muy cotizado que se extrae de la cañailla. Lanzarote y Fuerteventura con sus islotes adyacentes serían, pues, las islas que los romanos llamaron las Purpurarías.
Aunque se ha negado, durante décadas, que las Purpurarías romanas fuesen Lanzarote y Fuerteventura, el hecho de encontrase, en 2012, el taller romano de púrpura en Lobos, vuelve a poner a estas islas en el mapa, como las Purpurarías.
El interés que despertó Canarias en el rey de Mauritania, Juba II, durante el siglo I, originó que éste enviara varias expediciones al archipiélago.
Posteriormente, Plinio el Viejo, recopiló tanto los relatos romanos que hablaban de Canarias, como de las expediciones de Juba II. Por aquel entonces a Fuerteventura se la denominó Planasia.
Cabe destacar que, durante los primeros años de nuestra era, se poblaron, de manera constante y estable, Canarias, con gétulos traídos desde África. Los investigadores todavía no se ponen de acuerdo si la colonización de las islas fue voluntaria o forzosa.
Tras la caída del imperio romano, siglo IV de nuestra era, Canarias dejó de estar en el punto de mira de las grandes rutas marinas. No obstante, siguió habiendo un comercio casi constante entre las islas y África.
También hubo geógrafos y poetas del al-Ándalus que las nombraban.
A mediados del siglo XIII el geógrafo Nafḥ al-ṭīb de al-Maqqarī escribió:
“Y en el Océano están las siete islas eternas, situadas al Oeste de la ciudad de Salé. Aparecen visibles a simple vista en un día claro despejado de atmósfera y sin calígine.”
El nombre de Fuerteventura
Los primeros europeos en establecerse en las islas eran genoveses, concretamente fueron los hermanos Ugolino y Vadino Vivaldi, quienes llegaron a las costas de Lanzarote en 1291.
Desde entonces un sinfín de galeras italianas, mallorquinas, andaluzas, castellanas y portuguesas, recalaron en Lanzarote y en las otras islas.
A partir de esos viajes empezaron a surgir los nombres actuales de las islas.
El primer mapa en el que figuran las Islas con estas nuevas denominaciones es en el Planisferio de Angelino Dulcert, confeccionado en Mallorca hacia 1339. En ella aparecen la insula de Lanzarotus Marocolus, la forte ventura , y la pequeña isla de Lobos.
El nombre “Forte Ventura” fue puesto por los navegantes de la época, con el sentido de “Gran Afortunada”.
Tres décadas más tarde, nuestra isla, ya aparece como Fuerteventura.
La Erbania de los mahos
Erbania, o un vocablo similar, es el nombre que dieron los aborígenes a Fuerteventura.
En las crónicas franco-normandas de la conquista, en “Le Canarien”, aparecen más de 12 variantes de Erbania, entre ellas: Albanne, Arbanie, Albanye, Arbanne, Erbanye, Erbennye.
Todas ellas se deben a que a los copistas, que escribían los documentos, nada les decía el vocablo beréber que designaba a Fuerteventura, así que escribían una palabra similar y que les resultara con una sonoridad familiar, en nuestro caso a Albania.
El nombre de Erbania, está relacionado con la voz bereber Ar-bani que podemos traducir como “el lugar de la muralla”, refiriéndose a la pared de piedra viva levantada por los aborígenes, en el istmo que dividía la isla en dos partes: al norte Maxorata y al sur Jandía.
¿Por qué el gentilicio de Fuerteventura es majorero?
Los primeros escritos que hacen referencia a los mahoreros o majoreros, como los habitantes de Lanzarote y Fuerteventura, datan de finales del siglo XV.
Los aborígenes de estas dos islas se denominaban así mismo como “majos”.
Todavía existen muchas lecturas en relación al origen. Mientras que para unos historiadores, mahoh, es una derivación bereber de la palabra “Amazig”=“Hijos de Magec”, o “Hijos del Sol”, para otros lingüistas significa “de la tierra”, o incluso, puede hacer referencia a su tribu de origen: los Maxies, o los Mauros.