Si consultas en la RAE (Real Academia Española) el significado de “vela latina” te devolverá el siguiente resultado:
“vela triangular, envergada en entena, que suelen usar las embarcaciones de poco porte”.
Sin embargo, esas dos palabras (vela latina) en Canarias tienen un significado más amplio. Son sinónimo de tradición, deporte, compañerismo y rivalidad. También nos traslada a un pasado, no muy lejano, una época en la que para adentrase en la mar se requería del sobresfuerzo personal y el conocimiento de las corrientes marinas. También de los vientos tan característicos de la isla.
Las embarcaciones “de poco porte” de las que nos habla la RAE, en Canarias se denominan botes y barquillos.
Un poco de historia sobre la vela latina en Canarias
La conquista de Canarias, a manos castellanas y franco-normandas, trajo consigo la implantación de una cultura social, política, y económica, que cambió totalmente la vida de sus habitantes. La navegación fue el factor determinante, que impulsó el desarrollo del archipiélago al nivel al que nos encontramos actualmente.
Desde el siglo XV navíos cargados de mercancías arriaban a nuestras costas. El hándicap con el que se encontraban los grandes veleros era que contaban con un calado (medida desde la línea de flotación) bastante amplio. Esto hacía inviable que se acercasen al muelle. Para trasladar tanto las mercancías como a los pasajeros de los buques a tierra, y viceversa, se utilizaron pequeñas embarcaciones provistas de una única vela latina.
Estos botes eran ligeros, rápidos y versátiles. Además, gracias a los constantes vientos que soplan cerca de la costa, los botes a vela eran los más indicados. Ahorraban tiempo y esfuerzo frente a los botes a remo.
Los barquillos con vela latina no solo servían para las labores de cabotaje, sino que se adaptaban muy bien a la navegación en bolina (contra el viento), y a los caprichosos cambios que el viento hace por la costa. Estas características los hacían ideales para la pesca de bajura.
Los botes de vela latina tuvieron un papel fundamental en el desarrollo de los pueblos. Las comunicaciones terrestres entre las localidades que iban surgiendo a lo largo y ancho de Fuerteventura, eran muy deficitarias. Por esta razón, en numerosas ocasiones, el traslado de mercancías, e incluso personas, se tenía que realizar por mar, utilizando para ello las pequeñas embarcaciones de cabotaje.
La llegada de la revolución industrial, unida al desarrollo de grandes espigones e infraestructuras portuarias, a finales del siglo XIX, generó una fuerte demanda de embarcaciones menores, usadas habitualmente para la carga y la descarga de mercancías, así como para el transporte de pasajeros. La situación aumentó la competencia entre los boteros para ver quién resultaba más cómodo y rápido. Las disputas se denominaron “pegas”, argot que se sigue utilizando actualmente.
Esta competitividad fue la que dio origen a la Vela Latina como deporte.
La Vela Latina Canaria en el deporte
La vela latina como deporte autóctono se desarrolla en un campo de regatas, en el que un número variable de botes tendrán que dar vueltas. Dependiendo del tamaño del campo de regatas se darán más o menos vueltas.
El ganador de la regata será el que llegue primero a la meta, o el que haga mejor tiempo.
La primera regata documentada que hemos encontrado data de 1863. Transcurrió en Santa Cruz de Tenerife, en el marco de las fiestas de Santiago Apóstol.
El diario “El Guanche” reflejó así parte del programa de las fiestas:
Al medio día tendrá lugar una regata de botes, habiendo además una cucaña marítima.
A partir de entonces, muchos pueblos costeros, tanto de Tenerife como de Gran Canaria, contaron con su regata de embarcaciones menores a vela.
A pesar de haber transcurrido más de siglo y medio desde las primeras regatas de botes de madera, se sigue manteniendo su tradicional forma de navegar, de sur a norte, contra el viento, en ceñida o bolina (en un ángulo de 45 grados en relación con la dirección del viento).
Ver desde dentro el desarrollo de una regata de vela latina es una experiencia diferente. Contemplar como el patrón del barquillo utiliza su experiencia en la mar, para adelantar y anticiparse a los movimientos de sus rivales, es sencillamente emocionante.
La temporada de regatas de vela latina depende de los vientos alisios. Recordemos que entre abril y noviembre los vientos alisios soplan más fuertes en Fuerteventura. Y que estos vientos atlánticos, frescos y constantes son los responsables de mantener una temperatura suave, alejando los sofocantes calores del estío de nuestras tierras.
Aunque las medidas de las embarcaciones de vela latina son muy variables: de los 2,5 a 10 metros de eslora por 1 a 2 metros de manga, para las regatas de Vela Latina Canaria se utilizan dos modalidades: botes y barquillos.
Los botes cuentan con una eslora mayor. Miden 8,55 metros de proa a popa, mientras que su manga (anchura) es de 2,51 metros. La tripulación mínima para participar en una regata con este tipo de embarcación es de 8 y la máxima de 12.
En los años 80 del pasado siglo, en Lanzarote, se comenzaron a hacer regatas de vela latina con embarcaciones más pequeñas, denominadas barquillos. Los barquillos tienen una eslora de 5 metros, una manga de 2 metros y la tripulación mínima para gobernarlos es de 3, siendo 4 personas el máximo que se permite para participar en las regatas.
En 2022 Fuerteventura tendrá la fortuna de convertirse en la anfitriona del Campeonato de Canarias de Barquillos de Vela Latina. Tanto en las aguas capitalinas, entre Puerto del Rosario y Playa Blanca, como en la turística localidad de Corralejo se desarrollarán diversas regatas de Vela Latina, que te invitamos a ver.