¿Por qué no debes hacer espirales ni montículos de piedra en Fuerteventura?

Si hay algo que le gusta al ser humano eso es dejar su impronta en aquellos lugares que visita. Esto pasa, como mínimo, desde hace más de 500.000 años. 

Grabados, montículos de piedra, grafitis, y una gran variedad de manifestaciones etno-culturales tuvieron su motivo y su significado antaño. Sin embargo, el aumento de la movilidad de personas, irrespetuosas con el entorno natural, ha puesto de moda una serie de actuaciones que acarrean, de forma directa o indirecta, no solo un impacto visual negativo, sino que también conllevan a la desaparición de la vegetación endémica, la propagación de especies invasoras, o la alteración de yacimientos arqueológicos de gran valor.

Hoy queremos llamar tu atención sobre ciertas actitudes que dañan el hábitat natural de Fuerteventura. 

 

Montículos de piedra

Levantar estructuras de rocas apiladas, cogidas del paisaje circundante, se ha vuelto muy popular en muchas áreas del planeta, incluida nuestra querida Fuerteventura.

Antes de comentarte los motivos por los que no debes hacer estos montículos pétreos queremos contarte algo sobre ellos.

Los apilamientos de piedras en equilibrio tienen varias denominaciones, las más conocidas quizás sean las de apachetas o apachitas, vocablos de origen quechua y cuyo significado vendrían a ser algo así como “Altar en los caminos”. Otros nombres para designar los montículos de piedra son Cairn, palabra de origen gaélico escocés, y Doltap de procedencia coreana.

La tradición de hacer pilas de piedra no es nada nueva, de hecho es tan antigua como la historia del hombre. Se extiende por todo el planeta: desde Asía hasta América y desde Escandinavia hasta el Polo Sur.

Estas construcciones han tenido diferentes usos, destacando por encima de todas: La de finalidad funcional (delimitación del territorio, demarcación de caminos) y la religiosa (señalar lugares de culto, ahuyentar malos espíritus, enterramientos, puntos de observación astronómica, etc.)

 El hecho de amontonar piedras es, en cierta manera, una forma de sacralizar el espacio. En su origen solía estar relacionada con la protección, la salud y el permiso a la madre tierra para que el viajero entrara en un lugar nuevo.

En todas las culturas, desde la antigua Grecia hasta la América precolombina, pasando por la céltica o la asiática, se levantaron estas aras en lugares concretos. Eran producto de un profundo conocimiento de la geografía, e incluso, de la interacción social con el medio natural. 

Hoy en día, la moda de hacer montículos de piedra en cualquier parte, sin ningún sentido, y por el mero hecho de que  queda bonito en las fotos, es una de las actuaciones que más daño están haciendo al ecosistema.

Las piedras que llevan un cierto tiempo en su posición, han generado un rico ecosistema de animales y plantas a su alrededor. El microhábitat asociado con las rocas superficiales es de particular importancia en paisajes áridos como el de Fuerteventura. Esas piedras retienen una gran cantidad de humedad, y ayudan a su infiltración en el subsuelo.

Además, las condiciones térmicas, hídricas y estructurales, asociadas con las rocas, son primordiales para muchas especies terrestres y acuáticas, que utilizan estas características para su fijación física en el caso de las plantas, o como lugares de descanso, alimentación, o reproducción en el caso de los animales.

A menudo, las piedras albergan cantidades considerables de invertebrados endémicos. Mover, quitar o romper piedras superficiales puede causar un desequilibrio en el ecosistema, provocando impactos significativos en los organismos que habitan en ellas, llegando, incluso, a su desaparición. 

Diversos investigadores han constatado que la disposición de las rocas influye en la dinámica entre depredadores y presas o entre competidores.

Por esta razón, te instamos a que actúes con responsabilidad y no cambies las piedras de lugar.

Eso también es válido para aquellos que, con la excusa de ofrecer una experiencia espiritual, se dedican a mover piedras haciendo espirales o laberintos con ellas. ¡¡Toda una insensatez!!

¿Todos los montículos de piedra que vemos en Fuerteventura son actuales?

No, de hecho muchas personas, detractoras de ver apilamientos de piedras en el espacio natural, están destruyendo yacimientos arqueológicos al desmontar ciertos apilamientos que son, en realidad, construcciones aborígenes.

Los mahos, primeros pobladores de Fuerteventura, levantaban estructuras, amontonando piedras. Estos espacios estaban relacionados con lugares de culto, y allí hacían sus rituales. También enterraban a sus seres queridos en cistas. 

Todas esas manifestaciones forman parte de nuestro patrimonio arqueológico y cultural. Llevan en pie desde hace siglos. Por eso es fundamental que no desmontes ni añadas piedras a los montículos que encuentras en el espacio natural, sobre todo, los que hay en barrancos, laderas o picos de montañas. 

Grabar o pintarrajear piedras.

Creo que la mayoría de los que leéis estas letras estaréis de acuerdo que, pintar o rayar piedras supone un impacto visual negativo. Sin embargo, también puede suponer la destrucción de yacimientos arqueológicos.

Os explicamos.

Grabado aborigen
Grabado aborigen

Los aborígenes canarios trajeron la cultura, el habla y la escritura desde sus lugares de origen. En el archipiélago canario, pero en especial en Fuerteventura y Lanzarote, se han encontrado piedras grabadas con dos tipos de alfabeto, denominados por los investigadores: Líbico-Canarias y Líbico-Bereber. Pues bien, a ojos del profano la escritura aborigen canaria puede parecer meros “rayajos” en una pared. 

Grabado aborigen
Grabado aborigen

 

Os dejamos algunos ejemplos.

El desconocimiento, por parte de unos pocos, de que esas líneas cuentan la historia cultural de nuestros ancestros los anima a dibujar encima, provocando la destrucción de una fuente extraordinaria de conocimiento, que todavía está por descubrir.

Inscripciones líbico berbere y líbico canario en el mismo tablero
Inscripciones líbico berbere y líbico canario en el mismo tablero

Sería comparable a visitar las pirámides de Egipto, el National Gallery de Londres, el museo del Louvre, o el Museo del Prado y hacer garabatos sobre los cuadros allí expuestos. 

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