La localidad de La Oliva, al norte de Fuerteventura, es la cabecera de su término municipal.
El hecho de contar, esta parte de la isla, con tierras llanas, fértiles y de buenos pastos, favoreció el asentamiento humano desde épocas prehispánicas.
En el siglo XVI empezó a ser poblado por los nuevos colonos. Aquí se estableció una sociedad fundamentalmente agraria, dedicada al cultivo del cereal, de las papas, y de diversas legumbres. La ganadería caprina era el segundo sector más importante de La Oliva.
Gracias a esa bonanza económica se levantaron inmuebles emblemáticos que merece la pena visitar.
Al igual que la mayoría de los pueblos y ciudades españolas, La Oliva, creció y se desarrolló en torno a la iglesia y el poder militar. Por ello, el primer lugar al que nos acercaremos será la Iglesia de Candelaria.
Iglesia de Candelaria
La iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria data de principios del siglo XVII. Es la segunda iglesia, de cierta entidad, que se construyó en el pueblo. La primera fue la ermita de La Virgen del Rosario, de la que hoy solo queda una pequeña cruz que nos recuerda su pasado.
La iglesia de la Candelaria se levantó por dos motivos esenciales. Uno de ellos, porque la ermita del Rosario, no era capaz de acomodar a la cantidad de feligreses de la zona. Y el otro, y más importante, porque cuando se asentó la alta burguesía en el pueblo deseaba una iglesia acorde a su estatus.
La iglesia de La Oliva presenta tres naves adosadas, altar diferenciado tras un arco toral y coro a los pies.
En el lado sur de la fachada se alza la torre campanario, de planta cuadrada y elaborada en cantería oscura. Además de campanario, la torre servía como punto vigía, dando aviso de rebato ante los posibles ataques piráticos.
Las naves se disponen separadas por columnas de cantería clara que sostienen arcos de medio punto. La cubierta de las tres naves son sencillas armaduras de estilo mudéjar de lima bordón con tirantes.
Las obras más reseñables de la iglesia norteña son cinco óleos sobre lienzo que ornan el Retablo Mayor, y que se atribuyen a Juan de Miranda, considerado el pintor más importante de Canarias del siglo XVIII.
Tampoco te puedes perder contemplar el cuadro de ánimas, donado por don Melchor de Cabrera y doña Ana de Cabrera y Bethéncourt en 1732.
Entre las curiosidades que alberga la iglesia de La Oliva, se encuentra su estrecha relación con la masonería. En la iglesia hay varios guiños iconográficos, que nos recuerdan la pertenencia a las logias masónicas de destacados vecinos de la localidad. Un ejemplo de ello lo tenemos en la entrada al templo. En uno des sus escalones se grabó “El Ojo que todo lo ve” (un triángulo equilátero y dentro el ojo divino).
La Casa de los Coroneles
La Casa de los Coroneles es el edificio civil más reseñable de La Oliva. Fue levantado a principios del siglo XVIII, cuando se crearon las milicias militares de Fuerteventura y la figura del Coronel.
Los Coroneles ostentaron el poder militar y civil de la época, nombrando y destituyendo los cargos del Cabildo a voluntad. Se convirtieron en terratenientes, acaparando gran parte del patrimonio insular. Acumularon el mayor capital económico de la isla. Los Coroneles de Fuerteventura fueron una sociedad cerrada, constituida por un sistema monolítico familiar.
El nombramiento de Coronel se convirtió en vitalicio y hereditario.
La mansión levantada por los Sánchez Umpiérrez y habitada por sus sucesivos linajes es la denominada Casa de los Coroneles.
Desde el exterior del edificio impresionan tanto sus dimensiones como dos torres almenadas, levantadas en su fachada principal. El fin de estas piezas, propias de la arquitectura castrense, no era otro que el de mostrar el poder de sus propietarios ante el pueblo.
El interior se distribuye en torno a un patio de dos alturas con galerías de madera. El patio propiamente dicho muestra una exuberante vegetación.
En la planta baja estaban las dependencias del servicio, cuadras, granero, almacén, tahona, etc. Actualmente se usa para acoger diversas exposiciones y propuestas artísticas.
En la planta superior era donde los señores desarrollaban su vida cotidiana. Destaca un enorme salón, una pequeña capilla y varias dependencias, la mayoría con suelos y bellos techos de madera.
Alrededor de la Casa de los Coroneles hay una serie de inmuebles dignos de ver, aunque estén en ruinas.
Ermita de la Capellanía
La ermita de la Capellanía, o Puerto Escondido, se sitúa a escasos cien metros de la Casa de los Coroneles. Se levantó a principios del siglo XVI.
Fue la casa del primer clérigo de la localidad, cuando la zona se denominaba “Puerto Escondido”. El inmueble estaba dividido en dos: La vivienda y el espacio donde se oficiaban misas y actos litúrgicos.
Lo que más llama la atención de esta pequeña ermita son los trabajos de filigranas elaborados de cantería que se muestran en marcos de puertas y ventanas.
La Cilla – Museo del grano
Ahora toca ir al otro lado del pueblo. Cruzando la carretera general y tomando la calle La Orilla encontrarás, a doscientos metros de la iglesia, otro inmueble que no puede faltar en tu visita por La Oliva: La Casa de La Cilla.
Las cillas fueron almacenes pertenecientes a la iglesia. Allí se guardaba el grano proveniente del impuesto del diezmo.
Los diezmos se correspondían con el diez por ciento de toda la cosecha recogida, y se pagaban en especie.
La Casa de La Cilla está formada por dos cuerpos: el almacén de la cilla, que tiene forma rectangular y la vivienda del tazmiero, en forma de “L” .
El tazmiero era quien elaboraba el llamado “libro de tazmía”, un libro de cuentas donde se reflejaba el nombre y el importe del diezmo de cada uno de los labradores.
Actualmente, la Casa de la Cilla de la Oliva cobija el Museo del Grano. En él se exponen aperos de labranza y otros útiles, que junto con paneles informativos te ayudarán a comprender la importancia del cereal en Fuerteventura.
¿Dónde alojarse en La Oliva?
En FuerteventurActiva contamos un alojamiento en el mismo centro histórico de La Oliva, y tres más a menos de 10 minutos en coche.
Alojamientos para sentirte como en tu propia casa: Seña Catalina.
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