El Valle de la Cueva es un paraje árido de gran belleza. Se localiza en el centro-este de Fuerteventura y pertenece al Monumento Natural de los Cuchillos de Vigán.
Recorrer el barranco del Valle de la Cueva desde Tenicosquey es una bonita experiencia, apta para todos aquellos que busquen ahondar en la intrahistoria de nuestra querida Fuerteventura..
La dificultad de la ruta podríamos categorizarla como mediana, no porque vayas a encontrar obstáculos significativos o grandes desniveles, sino, más bien, porque transitarás por un páramo que, a veces, se antoja algo pesado. Que esto no te frene. El paseo merece la pena.
Entre los hitos más destacables que encontrarás en esta ruta está una impresionante y abrupta costa y un asentamiento aborigen. Este yacimiento arqueológico es de los más desconocidos y antiguos de Fuerteventura.
Comenzando la ruta
El barranco del Valle de la Cueva se puede recorrer tanto a pie como en bici, también es posible visitarlo en vehículo todoterreno, todocamino, quads, y buggys. Pero si te inclinas por esta última opción te perderás unas panorámicas hipnotizadoras.
Si tienes una mañana o una tarde libre no te hagas el remolón, enfúndate las botas de montaña y vente a caminar.
Para comenzar la ruta tendrás que llegar hasta Casas de Tenicosquey, un pequeño asentamiento de apenas una docena de viviendas, enclavado en el km 30 de la carretera FV-2.
Puedes dejar el vehículo en el Centro cultural de Tenicosquey situado en el camino del Saladillo.
Ponte en marcha y dirige tus pasos hacia el este. A los pocos metros del centro cultural hay un cruce que indica la dirección a seguir. Aproximadamente a un kilómetro la pista se bifurca de nuevo. En el cruce verás una señalética de madera que muestra las direcciones hacia Jacomar y Valle de la Cueva. También hay un gran cartel con información sobre la ruta, las plantas y los animales más representativos de la zona.
Coge el camino que te queda a la izquierda, el que baja hacia la costa.
El barranco del Valle de la Cueva se extiende por parte de las coladas volcánicas procedentes del volcán de Jacomar. Discurre paralelo a la montaña de Juanichón y al volcán de los Toneles en su margen derecha, y a la Cañada de Chamorro y Cuesta Chillona en su margen izquierda. El barranco desemboca en la Ensenada de los Toneles.
Caminando por el Valle de la Cueva
Pasado unos 3 kilómetros del último cruce, el malpaís de los Toneles irrumpe de manera sorprendente en el Valle de la Cueva.
En este malpaís destacan los hornitos: pequeños huecos por donde se liberaban los gases de las erupciones volcánicas. Algunos de los hornitos han formado cuevas con entrada vertical.
Hay hornitos tan amplios que han sido utilizados por los habitantes de Fuerteventura, desde épocas Prehispánicas, como vivienda y punto de reunión. Uno de ellos merece especial atención y una visita más detallada. Lo denominan la Catedral o la iglesia. Cuenta en su interior con varias cámaras de 2,5 metros de altura por otros tantos de ancho. Este hornito es el que le da el nombre al valle.
En el malpaís, los mahos, encontraron un buen lugar para establecer su asentamiento.
El motivo esencial por el que los aborígenes de Fuerteventura decidieron levantar sus hogares, en este tipo de coladas, es porque les proporcionaba un mimetismo perfecto con el entorno. Incluso estando a escasos metros es difícil ver las casas. Además entre el malpaís se forman pequeñas lagunas cuando llueve, que son capaces de conservar la humedad durante días, e incluso semanas.
Esa humedad era suficiente para que crecieran los pastos, tan fundamentales en el mantenimiento de su extensa cabaña caprina.
Los mahos que vivían en el poblado del Malpaís de los Toneles se dedicaban, casi de forma exclusiva, a la ganadería caprina, de donde sacaban la mayoría de los recursos alimenticios diarios: carne, leche y grasas. La dieta se complementaba con la ingesta de lapas, burgados, pescados, y diferentes moluscos que obtenían del marisqueo realizado en la cercana costa.
Incluso, después de haber pasado más de diez siglos del establecimiento de los majos en el Valle de la Cueva, todavía es posible ver una gran variedad y cantidad de restos conchíferos en el poblado. También de cerámicas en superficie.
El asentamiento del Malpaís de los Toneles data del siglo III – IV de nuestra era. Es, por tanto, uno de los más antiguos de la isla. Está conformado por unas 150 construcciones de planta ovalada o circular, de tamaños variados, realizadas con piedra seca (elaboradas sin argamasa). Los materiales con los que levantaron las casas fueron cogidas del entorno inmediato. Las coladas lávicas les ofrecía un material constructivo abundante y adecuado.
Llegando a la costa
Después de un detenido paseo por el Malpaís de los Toneles toca seguir por la ruta transitada principalmente por población local, pescadores y ganaderos. En el entorno las “cabras de costa” campan a sus anchas. La mayoría de esas cabras se recogerán en la gambuesa del Valle de la Cueva durante las apañadas. Esa es una de las tradiciones más ancestrales de Fuerteventura.
La gambuesa está a escasos metros del asentamiento aborigen. De ahí a la playa son apenas 15 minutos de tranquilo paseo.
La costa es muy salvaje y abrupta. No tiene ningún tipo de servicio de vigilancia y socorrismo. Igualmente tampoco llega la cobertura telefónica, así que extrema las precauciones cuando estés por allí.
Aquí acaba nuestra ruta de hoy, pero si te has quedado con ganas de más, puedes acercarte hasta el refugio pesquero de Jacomar. Solo tienes que ir por alguna de las múltiples sendas que parten desde la Ensenada de los Toneles hacia la derecha.
Si sigues unos mojones marrones y blancos del DPMT (Dominio Público Marítimo Terrestre) no tendrás pérdida para llegar a Jacomar.