Si las aulagas son las plantas más representativas del paisaje majorero, las tabaibas y los cardones no lo son menos. Ambas (tabaibas y cardones) están emparentadas, pues pertenecen al género de las Euphorbiaceae, y se han utilizado de manera similar, desde hace generaciones.
En el Le Canarien, las crónicas de la conquista de Fuerteventura (siglo XV), se hace una descripción de los extensos cardonales y tabaibales que cubrían la isla, en el momento de producirse la conquista franco-normanda:
El país está lleno de otros árboles que destilan una leche medicinal, a manera de bálsamo (tabaiba), y otros árboles de maravillosa hermosura (cardón), que destilan más leche que cualquier otro árbol, y son cuadrados de varias caras y sobre cada arista hay una hilera de púas a manera de zarza, y sus ramas son gruesas como el brazo de un hombre, y cuando se corta, está lleno de leche de maravillosa virtud.
El cardón en Fuerteventura.
El cardón (Euphorbia canariensis) es un arbusto endémico del archipiélago canario. Tiene el aspecto de un cactus. Es una de las dos únicas especies cactiformes de la familia Euphorbia. La otra especie que parece un cactus es el cardón de Jandía.
El cardón canario es una planta perenne, que logra alcanzar los 4 metros de altura. Lo más característico son sus tallos de cuatro o cinco lados, de colores verdosos que se tornan gris-plateado al envejecer.
Sus brazos se agrupan formando enormes candelabros. En los tallos se aprecian unas líneas de colores verdosos. Estas líneas marcan el crecimiento anual de la planta y nos pueden indicar la edad del ejemplar, de forma aproximada. Se han encontrado cardones de más de 100 años de edad. Según la longitud que haya entre lineas anuales, es posible conocer las condiciones climáticas de cada año.
Usos del cardón antes de la conquista.
Mechas: Con la tabaiba y los cardones secos se manufacturaban las mechas con la que iniciaban el fuego.
Los documentos históricos describen que:
“sacaban (…) fuego con un palo de espino seco luyendo en un cardón seco, que es esponjoso; y con el fuerte movimiento, se encendía fuego en el cardón, y deste modo tenían fuego”
Capturar peces: Las tabaibas y los cardones eran esenciales para pescar mediante la técnica del embroscado
La técnica consiste en el aprovechamiento de charcos naturales o en el cierre de las rasas marinas, durante la bajamar, con paredes de piedras, quedando atrapado el pescado tras la pleamar. Luego se disolvía en el agua la savia del cardón o de la tabaiba amarga, cuyas cualidades venenosas adormecían a los peces, posibilitando así su captura por medio del apaleamiento de las piezas.
El jugo del cardón se desecaba y se obtenía un polvo con el que se trataban y cauterizaban huesos, heridas abiertas o infectadas. También era un buen purgante.
Las tabaibas en Fuerteventura.
En Canarias se denomina “tabaiba” a un amplio grupo de plantas de la familia de las Euphorbias, destacando en la isla de Fuerteventura dos especies ampliamente distribuidas, que son: la tabaiba dulce (Euphorbia balsamífera) y la tabaiba amarga (Euphorbia regis‐jubae).
La tabaiba dulce es un arbusto que rara vez supera los dos metros de altura, Cuenta con tallos grisáceos, muy ramificados desde la base, lo que le da un porte achaparrado.
Por su parte, las tabaibas amargas se caracterizan porque sus ramas se separan del suelo a partir de un tronco principal, dándole a la planta un aspecto más esbelto.
En verano las tabaibas pierden sus hojas por la elevada insolación y las escasas precipitaciones.
Usos de la tabaiba en tiempos prehispánicos.
Los primeros pobladores de Fuerteventura tuvieron que adaptarse al medio, aprendiendo a utilizar lo que la naturaleza les brindaba. Pronto empezaron a usar las tabaibas con diferentes fines.
Arreglar fracturas: La extremidad fracturada se ponía a descansar sobre un entablillado de tabaiba y la sujetaban con cuerdas de junco y tiras de cuero.
Fortalecer la dentadura: Como la resina de la tabaiba dulce se coagula rápidamente al sol, y pierde su sabor y el olor áspero y picante que tiene cuando está líquida, se ha usado, desde épocas prehispánicas, como goma de mascar o chicle, fortaleciendo y limpiando las dentaduras.
Cauterizar heridas: El látex de la tabaiba amarga servía para cauterizar los empeines, las rozaduras de las espinas, los callos, verrugas o tumores de la piel. También cuando se introducían astillas de madera en la epidermis.
La corteza de la tabaiba amarga se aplicaba sobre la articulación enferma, irritando la piel y originando una úlcera que supuraba abundantemente. Una vez retirado este curioso apósito, la articulación ya no funcionaba.
Usos de las tabaibas tras la colonización.
Con la llegada de los colonizadores europeos aparecieron nuevas utilidades que dar a la tabaiba.
Se empleó el látex para cerrar las cartas a modo de lacre, mezclándolo con la savia de drago. También como pegamento para coger pájaros, cerrar las ubres de las cabras cuando estaban cargadas de leche y destetar a los baifos.
Tanto George Glas como Viera y Clavijo señalan que el jugo de esta planta se aprovechaba como brea para calafatear y carenar barcos.
Para aliviar catarros, como analgésico, tratar la artritis crónica y las luxaciones antiguas, se aplicaba una cataplasma sobre el pecho o la zona curar, disolviendo el látex de la tabaiba en aceite.
Estos remedios y usos han gozado de gran arraigo en la Isla. Y se han estado practicando hasta hace poco, algunos majoreros todavía recuerdan mascar el chicle de tabaiba en su infancia.